Érase una vez, un mundo muy parecido al nuestro, llamado Terra. En Terra, había grandes piezas de magia que flotaban en las profundidades de sus misteriosos mares. Estas piezas se llamaban placas tectónicas y eran como enormes rompecabezas que, al juntarse, formaban la capa superior de Terra, llamada corteza.
Estas placas mágicas estaban en constante movimiento, sumergiéndose en los mares, emergiendo en tierra, chocando entre sí o resbalando una sobre la otra. Esto sucedía porque dentro de Terra había un gran horno que hacía que la lava caliente se elevara hacia la corteza.
Sucedió algo muy interesante cuando dos placas tectónicas se juntaron de manera brutal y esas piezas mágicas tuvieron que ceder ante la presión. En ese momento, una grieta se abrió en la corteza de Terra y la caliente y hirviente lava emergió. ¡Qué asombroso espectáculo! Todos los habitantes de Terra se detenían a contemplar esa lava brillante que se volvía oscura a medida que se enfriaba.
Pasaron los años y cada vez que esas dos placas tectónicas se movían, la grieta volvía a abrirse y las mareas de lava emergían una y otra vez. Como la lava se enfriaba, esas montañas negras se iban haciendo mucho más altas y en Terra las llamaban volcanes.
Un día, mientras dos amigos exploraban esos grandes giros de la naturaleza, se preguntaban por qué a veces los volcanes eran tan tranquilos que veían vapor saliendo de ellos, pero otras veces escuchaban gritos, rugidos y ver el cielo dibujado en colores intensos.
"Los volcanes no son como nosotros", dijo uno de ellos, "no pueden hablar o gritar. La actividad que ves y escuchas es la lava que fuerza a salir, creando aberturas a través del volcán. Pueden gritar o erupcionar cuando la presión debajo de la corteza de Terra es demasiada. La lava entonces se abre paso a la superficie, creando enormes chimeneas de llamas y arrastrando fragmentos de roca, ceniza y piedras de gran tamaño".
"¿Y eso es lo que vemos en el cielo?", preguntó el otro amigo con ojos muy abiertos. "Así es", dijo su amigo, "cuando ves el cielo pintado de rojo y naranja, es porque estás viendo la erupción de un volcán. Es un espectáculo tan magnífico que parece que Terra canta al ritmo de los volcanes, marcando la cadencia de su paso por el universo".
Así, los habitantes de Terra aprendieron que los volcanes se formaban cuando dos placas mágicas de su corteza terrestre se juntaban o separaban, convirtiendo una grieta en una montaña alta y negra, una presencia exigente que marcaba el ritmo del mundo que ellos conocían.
Nos veremos en la siguiente aventura.
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