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La NASA se encuentra preparando una nueva y revolucionaria etapa dentro de la exploración espacial. Al fin y al cabo, planea que el ser humano regrese a la Luna en 2026 mediante la misión Artemis, la cual ha experimentado ya diversos retrasos. Además, plantea la década de 2030 como aquella en la que un astronauta pondrá por primera vez sus pies en Marte. Desde luego, se trata de un desafío sin precedentes.
Todo ello hace necesario plantearse una cuestión importante: ¿qué sucedería en caso de que un astronauta falleciese en el espacio? Hasta ahora, esto es algo que nunca ha sucedido. Sin embargo, una misión a Marte tendría una duración de varios años, por lo que las posibilidades de que aconteciese un deceso crecerían de forma notable. Una situación que debe ser prevista por la NASA.
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Hasta la fecha, el número de personas fallecidas como consecuencia de la exploración espacial se sitúa en 20. Las tres primeras murieron debido a un incendio en la plataforma de lanzamiento del Apolo I en 1967. Después, tres astronautas perdieron la vida durante la misión Soyuz 11 de la extinta Unión Soviética en 1971 a consecuencia de una válvula de la cabina de la nave que se abrió a destiempo.
Ya en 1986, los siete tripulantes del transbordador espacial Challenger perecieron solo 73 segundos después del lanzamiento. Un terrible suceso que se repitió en 2003 y que supuso la muerte de los siete tripulantes del Columbia. Entre ellos estaba Christa McAuliffe, que iba a ser la primera maestra en viajar al espacio. Ambos eventos fueron retransmitidos en directo, lo que causó una gran conmoción en la población.
Todo depende del lugar
Emmanuel Urquieta, profesor de medicina espacial y emergencias médicas en el espacio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor y miembro del Instituto de Investigación Traslacional para la Salud Espacial, ha explicado en un artículo en The Conversation cuál sería el proceder de la NASA en caso de que se produjese una muerte en el espacio. En este sentido, hace hincapié en que las tareas a llevar a cabo variarían notablemente en función del lugar en el que aconteciese el deceso.
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En primer lugar, habla de la Estación Espacial Internacional o de cualquier otra misión tripulada cuya nave se encontrase en la órbita terrestre baja. En ese caso, los astronautas supervivientes tendrían que preparar una cápsula que devolviese el cuerpo a la Tierra. Este es el supuesto más sencillo, ya que la tarea se podría llevar a cabo en pocas horas y, por tanto, no requeriría de la conservación del cuerpo.
La cuestión empieza a complicarse si la muerte del astronauta se produce en la Luna. Suponiendo que la vida del resto de astronautas no corriese peligro, la NASA daría prioridad a la conservación del cadáver mediante su introducción en una bolsa especial capaz de preservarlo en condiciones relativamente óptimas. Es más, ha desarrollado un protocolo de actuación por si se diese el caso.
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Hay que tener en cuenta que el viaje desde la Tierra a la Luna dura en torno a tres días. Ese fue el tiempo requerido, por ejemplo, por las misiones Apolo de la NASA. Por tanto, la conservación del cuerpo no debería ser excesivamente complicada. En caso de que la vida del resto de astronautas si corriese peligro, la agencia podría optar por dejar el cadáver en el satélite y rescatarlo en una misión posterior.
¿Y si el fallecimiento se produce en Marte?
Entre la Tierra y Marte hay, aproximadamente, 480 millones de kilómetros. Una cifra que haría necesario entre siete y nueve meses de viaje para llegar y otros tantos para volver. Por tanto, es inconcebible que la tripulación se diese la vuelta y regresase a nuestro planeta. Tampoco sería posible incinerar el cadáver (supondría un gasto demasiado elevado de energía) ni enterrarlo bajo la superficie marciana (la descomposición alteraría la composición química del suelo y daría al traste con los objetivos de la misión).
Las misiones tripuladas a Marte podrían durar más de dos años fácilmente
Según Emmanuel Urquieta, la única opción viable para la NASA consiste en dotar a la nave de una cámara separada capaz de mantener unas condiciones adecuadas para la conservación del cuerpo durante un período prolongado. Hay que tener en cuenta que, actualmente, se baraja un período de dos años de duración para las misiones tripuladas a Marte.
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